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Antecedentes y justificación de los modelos de Turismo Inteligente.

No es novedad que en la actualidad todo lo que tiene que ver con gestión de destinos turísticos está basado en estrategias denominadas de inteligencia turística. Estas cuentan con diferentes enfoques y semejanzas cuyo análisis es necesario para poder comprender los nuevos métodos de gestión.

 

Desde mediados de los 90 y ya consolidados los años 2000 irrumpió con fuerza el denominado enfoque de “Ciudades inteligentes o smart cities”, que basados en los grandes avances de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TICs) vio la oportunidad de poder mejorar y realizar en forma más eficiente y sostenible la gestión de las ciudades. Estos adoptan las mencionadas tecnologías y las aplican para conseguir una mejor calidad de vida de los residentes de las ciudades.

 

Mejoras que pasan por mayor seguridad, mayor eficiencia energética. mayor cuidado del medio ambiente y de los recursos disponibles, mejora de la movilidad. También implican mejoras en el manejo de los residuos, una mejor educación, comunicación, planificación, accesibilidad, inclusión y mucho más.

 

En definitiva se trata de que las ciudades inteligentes incidan en la denominada tríada de la sostenibilidad definida en los ámbitos social, económico y medio ambiental donde cada uno de ellos son pasibles de ser intervenidos por las TICs y sus avances; con miradas dimensionales de acción diferentes según los autores de referencia.

 

Avances que se han dado no solo a nivel de los gobiernos y de las empresas. Las personas también han podido incorporarlos a su cotidianeidad y llevan, por ejemplo, al hecho de que a nivel global hay más de 5,200 millones de celulares (en una población total que se estima en 8,000 millones de personas); dándose la particularidad de poder gestionar en forma más rápida esos datos y que se generen en forma permanente y cada vez más.

 

Resulta importante visualizar que muchas personas siguen quedando fuera generándose nuevas formas o formas más modernas de exclusión. Esto es un hecho que no se puede omitir porque en caso contrario estamos generando nuevas modalidades que seguirán siendo insostenibles a largo plazo, lo cual implica una contradicción que es necesario analizar.

 

Todas esas mejoras basadas en la gran disponibilidad de datos generados en tiempo real y posibles de ser capturados, extraídos y transformados en información y conocimiento para poder resolver, predecir y prevenir situaciones en tiempo real. Hay que agregarle también la posibilidad de mejores respuestas basadas en los grandes avances de las TICs.

 

Las claves pasan por identificar los datos de interés y descartar los que no lo son, que también se generan y en gran cantidad. Proceso básico y secuencial de acción (interpretación propia)

Esta situación llegó para quedarse porque salvo una catástrofe, las evidencias nos demuestran que la humanidad seguirá avanzando a pasos cada vez más arrolladores y disruptivos.

 

Está por determinarse todavía el beneficio final de todo este proceso, porque tenemos distintas miradas sobre esta realidad y no todas coinciden. A la fecha tenemos discursos tanto en pro como en contra.

 

En lo personal creo firmemente en lo positivo y en las oportunidades que brinda esta situación y las claves pasan por poder estar dentro del proceso y no fuera.

 

No resultará difícil deducir que como paso siguiente, el Turismo y en especial los turistas se podrían beneficiar de una mejor gestión de los destinos. Pudiendo beneficiarse de una mejora de sus experiencias en base a la aplicación de esa metodología de gestión.

 

¿O no es real que un turista necesita sentirse seguro en un destino, necesita poder moverse con eficiencia, acceder a información y poder resolver sus necesidades y gustos en tiempo cada vez más real y en forma cada vez más personalizada?

 

En estos puntos claves, en los que las metodologías Smart Cities intentan resolver para la ciudadanía es que podemos comenzar a visualizar y fundamentar la utilidad de los modelos inteligentes de gestión turística, en todas sus variantes y evoluciones que se irán dando.

 

¿No es real también que siempre se habla de la importancia del Turismo como oportunidad de desarrollo para los lugares y las personas que participan de esta actividad? En esas realidades es que podemos apoyarnos para explicar y comprender que el Turismo Inteligente debe adoptar metodologías de gestión que se adapten a la nueva modernidad y realidad.

 

Por estos lares, ya he mencionado en artículos anteriores, que son los modelos españoles con mayores o menores adaptaciones los que los destinos de Latinoamérica vienen adoptando e intentando seguir y adaptar (por cercanía y afinidad cultural). 

 

También es justo reconocer que a nivel global tenemos otras prácticas que no podemos desconocer, porque es lógico pensar que en base a las particularidades culturales y educativas de cada lugar surjan otros modelos o variantes que en su finalidad apuntan a lo mismo: la mejor gestión o una gestión basada en métodos más modernos.

 

Si entramos un poco más en detalle veremos que esta situación también se da porque a Latinoamérica le cuesta más visualizarse en conjunto, o con una mirada común en el desarrollo hacia adelante y poder establecer políticas comunes. Situación que si acontece con Europa; lo cual lleva a que se terminen adoptando miradas que muchas veces tienen desarrollos y avances ya consolidados.

 

Por esta razón esos modelos no son de aplicación lineal y hay que ser cautos a la hora de poder adoptarlos por la sencilla razón de que no hay dos destinos iguales y que por eso se podrán tener espejos o referentes a seguir: pero siendo conscientes de que los caminos y los recorridos deben ser propios y atender a las realidades particulares de cada lugar.

 

Deben ser propios por muchas razones, como los tamaños de los destinos; las disponibilidades de recursos económicos, materiales y humanos; los grados de desarrollo y madurez de los destinos; la propia disponibilidad de tecnología y grados de innovación presentes en cada caso y mucho más.

 

Para ejemplos podemos mencionar un destino turístico pequeño en su tamaño, que tendrá como ventajas la posibilidad de poder digitalizar y tecnologizar todo su entorno de manera más fácil y rápida que un destino grande, y que también podrá articular en forma más rápida todo el entorno que la rodea.

 

Como contrapartida podría tener las desventajas de una menor disponibilidad de recursos económicos para dedicar a esa tarea; menor cantidad de personas disponibles y capacitadas para el proceso y que posiblemente dependa para su gestión de políticas macro que no tenga la posibilidad o fuerza de poder gestionar y modificar según sus necesidades.

 

En el otro extremo podríamos poner un destino más grande y consolidado, como una gran urbe, que tendrá la ventaja de mayor disponibilidad de recursos de toda clase, pero que podría costarle más la articulación de acciones; el poder llevar a cabo la tecnologización necesaria de todos los actores involucrados en la cadena de valor del turismo y los casos y situaciones que se quieran poner en juego.

 

Tómense los ejemplos anteriores simplemente como eso y no como realidades absolutas, porque ya se ha mencionado varias veces que la realidad cambia y es particular a cada lugar que se quiera tomar como referencia.

Algunos aspectos a tener en cuenta:

 

Al tratarse de una metodología nueva, se hace necesaria una infraestructura nueva que requiere de presupuesto, personas capacitadas, articulaciones a nivel público y privado, adopción de nuevas tecnologías, nuevos marcos políticos y legales y un apoyo fuerte y con fuerte convicción a nivel de la gobernanza. Muchas personas hablan de un nuevo paradigma de gestión.

 

Sin esos elementos no se podrá avanzar y se hace necesario hacer una mirada previa introspectiva para saber desde donde parte cada destino, porque no se podrá implementar una nueva metodología de gestión, que se caracteriza por una fuerte presencia de la tecnología, la innovación, la sostenibilidad y la inclusión, partiendo de procesos e infraestructuras obsoletas, que al aplicárseles los nuevos avances no harán más que demostrar más rápida y exponencialmente las carencias y que se tiene una

mala base de inicio.

 

Sin esa sincera mirada introspectiva no habrá mañana posible, al menos con estas nuevas metodologías de gestión. Se debe preparar el terreno y partir de un buen diagnóstico o estado de situación, para recién ahí plantearse un mañana posible y lo más importante todavía, poder trazar un camino posible.

 

Un camino que ya mencionamos que debe ser propio y acorde a las necesidades y posibilidades del destino.

 

He nombrado en artículos anteriores que las tecnologías de hoy te permiten acceder a todo más rápido y esa velocidad puede incluir muchísimas cosas positivas pero también el poder ver en vivo y en directo como otros se comen el pastel sin poder hacer nada para participar del banquete.

 

Y tentando un listado breve de algunos aspectos necesarios a tener en cuenta se pueden enunciar algunas preguntas que habrá que responder:

- ¿Qué nivel de adopción de tecnología tiene el destino?

- ¿Ese nivel es igual en todos los actores o en todos los ámbitos y sectores de la cadena de valor

del destino?

- ¿Es abarcable todo el destino como tal o hay diferencias y realidades internas que deben ser

tomadas en cuenta para la adopción y expansión de la estrategia inteligente?

- Si hablamos de urbes o ciudades. ¿Qué nivel de urbanización se tiene en el destino y qué

lógicas de urbanización se siguen?

- ¿Cuáles son las lógicas de planificación del territorio urbano y quién las conoce?

- ¿Cómo se puede apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas para que se puedan

actualizar, capacitar e incorporar las nuevas tecnologías de gestión?

- ¿Con que barreras y oportunidades nos encontramos para la innovación en el destino?

- ¿Tenemos las personas con las competencias y capacidades necesarias para este nuevo modelo

de gestión?

- Si no las tenemos. ¿Cómo las vamos a capacitar o conseguir?

- A nivel de formación. ¿Estamos capacitando a los futuros profesionales y técnicos con las

habilidades y competencias necesarias o tenemos programas de formación obsoletos?

- ¿Cómo está el destino a nivel de infraestructura turística?

- ¿Se ha dado la debida difusión de la nueva estrategia a implementar?

- ¿Se han hecho las articulaciones necesarias a nivel público - privado?

- ¿Existe una fuerte convicción política para la implementación de esta estrategia?

- ¿Cuál es el diagnóstico inicial o punto de partida del destino?

- ¿Cuál es el plan o la planificación de acciones que se va a implementar?

- ¿Se quiere adoptar un modelo que ya viene establecido y definido o se quiere adoptar e

implementar un camino propio?

- Si es un camino propio. ¿En base a qué ejes, ámbitos e indicadores específicos se va a

establecer y medir la implementación de la estrategia?

- ¿Qué marcos legales existen y cuáles hay que crear para poder sostener, articular y fiscalizar

la adopción de la estrategia?

- Y seguramente muchas preguntas más que cada destino deberá hacerse con una mirada

pragmática y proactiva para la acción.

 

Para cada una de esas preguntas hay que buscar una respuesta y una solución, para poder tener más chances de generar una estrategia que tenga oportunidad de poder ser implementada y que sea de utilidad para una gestión eficiente del destino.

 

Hay que tener la valentía, la honestidad y la visión de poder decir si la estrategia es aplicable a toda la urbe desde el vamos o si por el contrario hay que seguir un proceso gradual y escalar para iniciar por distritos, barrios o zonas en que se organice cada ciudad para luego ir avanzando hacia una implementación más integral o global.

 

Este detalle no es menor, porque implica sincerarse sobre las importantes desigualdades que hay dentro de las urbes, sobre todo a nivel de Latinoamérica y que implica reconocer, por más que duela, que mucha gente hoy queda por fuera de estas estrategias.

 

Sería utópico y cínico negar esta realidad.

 

Tenemos índices de urbanización en Latinoamérica que rondan cifras del 81% según datos de la Banco Mundial (2021) y en particular en Uruguay ese índice alcanza al 96% según cifras oficiales de nuestro país, pero dependiendo de cada destino, los índices de informalidad en las formas de vida urbana alcanzan cifras de hasta un 30% de las personas que viven en asentamientos y lugares irregulares, lo cual sin dudas afecta y afectará a los intentos de digitalizar y dotar de tecnología a esas zonas y genera núcleos enormes de desigualdad, pobreza y falta de infraestructuras.

 

También porque ningún turista recorre una ciudad en forma completa, lo cual puede obedecer a una o varias razones como la falta de tiempo, dinero, seguridad, información e interés, etc.

 

Por lo cual abordar la estrategia de turismo inteligente por partes o sectores también podría llegar a ser una opción temporal viable (so pena de caer en indeseables e injustificables “ghettos turísticos” si la situación se sostiene en forma permanente).

 

Está claro que el futuro es mañana, pero se juega en gran parte hoy, si no se sientan las bases para poder lograrlo se están dejando pasar las oportunidades de mejorar mañana, a pesar de que pueda sonar a frase trillada y repetida.

 

Sin dudas no hay un único camino o un único tren, pero lo que no se puede es quedarse quieto a esperar porque el mundo no para y seguirá con o sin nosotros y no pasa nada. Podemos elegir ser parte de los cambios necesarios o espectadores de lujo de lo que otros decidan por nosotros.

 

Muchas veces la acción pasa por decidir hacer las cosas y eso exige fuerzas, músculo y capacidad de acción, pero también muchas veces pasa por acompañar procesos tratando de estar y aportar en la medida de las posibilidades (siendo conscientes en este caso que vas un paso atrás pero no cinco o diez) como cuando no se hace nada.


 

Por: Mag. Nicolás Raffo Menoni

nicoraffo74@gmail.com


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